viernes, 18 de enero de 2013

Los primeros tudelanos

Antes de la llegada de los ya famosos vácceos, ya tenemos constancia de asentamientos prehistóricos en el entorno de la Mambla y la Cuchilla (menudo ambiente debía de haber por allí).
 
Los restos hallados (hachas pulimentadas, buriles y raederas, así como fragmentos de cerámica hecha de una pasta negra con decoración rudimentaria) apuntan a que, probablemente, los primeros tudelanos pudieron ser un pequeño grupo de humanos que se asentaron durante el Neolítico, de forma más o menos estable, aprovechando las ventajas defensivas de nuestras famosas cotas. En ellas encontraron un punto elevado con una excelente visión sobre un entorno que, a buen seguro, no era tan amigable como lo es hoy.
Pero, centrémonos primero en hacernos una idea del momento del que hablamos:



El neolítico se sitúa al final de la Edad de Piedra y se caracteriza por el inicio del conocimiento y uso de la agricultura y la ganadería, junto al empleo de piedras pulimentadas que servían como herramientas menos toscas que las empleadas anteriormente.
Se cree que el neolítico se expandió por el interior peninsular y, por tanto, por la Meseta Norte, hacia el año 4000 a.C, aunque se considera que el asentamiento tudelano puede datar del año 2000 a, C. Por lo tanto, podríamos poner esa fecha como momento en el que el primer tudelano se asentó en estas tierras y, si lo considerásemos como válido, entonces Tudela tendría hoy unos... ¡4000 años!
Para hacernos una idea de los peligros que nuestros antepasados trataban de evitar estableciéndose en cotas altas, echemos un vistazo a lo que había a su alrededor:

La Mambla y la Cuchilla, hoy algo verdes gracias a la repoblación de décadas pasadas, sobresalían del manto frondoso de un bosque rico en flora y fauna, gracias a las fértiles tierras de la vega del Duero. Este bosque ofrecía abundante caza y frutos que recolectar, pero también era cobijo de peligrosas manadas de lobos que perseguían la misma caza que los humanos…cuando no a ellos mismos. El otro peligroso habitante de estos bosques era el oso, hoy desaparecido de nuestras tierras, pero nada extraño en aquellos tiempos.
El otro aspecto destacable del entorno es la riqueza y productividad de estas tierras que, a pesar de que en ese período no debía de haber mucha gente por la zona, atraían a muchos grupos de humanos, que buscaban un territorio en el que establecerse para aprovechar los incipientes conocimientos agrícolas. Esto, como nos podemos imaginar, representaba una amenaza para los primeros “tudelanos”, que se veían obligados a defender su pequeño territorio. Además, las dos famosas cotas eran, y son, referencia clara para los nómadas, por lo que no era extraño que pasaran cerca de ellas y, de paso, aprovechaban cualquier oportunidad para “recolectar” lo que podían.

Por tanto, podemos suponer que su forma de vida se basaba en un pequeño poblado situado en las faldas de la Mambla y la Cuchilla, aprovechando el abrigo del bosque y la protección y visibilidad de las alturas. Desde este emplazamiento comenzaron a cultivar pequeñas zonas de terreno, a la vez que cuidaban de un ganado compuesto principalmente por cabras, sin olvidar la recolección y la caza, aprovechando la riqueza de un entorno privilegiado.

En definitiva, tampoco hemos cambiado tanto. Únicamente hemos abandonado las zonas elevadas para acercarnos a nuestro acogedor río y, eso sí, hemos acabado con los bosques que rodeaban a nuestras famosas “montañas”.
Quiero llamar ahora la atención sobre una curiosidad. El uso de la miel era habitual en aquella época, ya que era el único alimento dulce conocido. En algún momento, restos de una mezcla de miel y agua, dejada por casualidad, sufrió una fermentación alcohólica, perdiendo toda o parte de la materia azucarada y convirtiéndose en alcohol etílico. Esa sustancia líquida se conoce como hidromiel, tiene un color brillante y dorado,  posee una graduación de unos quince grados y, sobre todo, tiene un sabor muy similar a algunos vinos. ¿Tendrá esto algo que ver con nuestros actuales gustos?
Y así pasaron los años, los siglos y hasta algún que otro milenio, hasta la llegada de los vácceos. Pero eso será otro día…

2 comentarios:

  1. Muy interesante cuñado, en el fondo a la juventud también nos gusta conocer estas pequeñas historias sobre nuestro pueblo. Seguiré muy de cerca las siguientes publicaciones.
    Un besito

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  2. Muchas gracias cuñadita. Quiero ampliarlo introduciendo temas de actualidad. Así que se agradecerán las propuestas y aportaciones de los que estáis más al corriente de lo que pasa cada día.

    Un beso.

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