sábado, 16 de febrero de 2013

Origen de la Mambla y la Cuchilla


Es difícil de imaginar, pero el suelo que hoy pisamos fue, durante la Era Cenozoica, (hace entre 65 y 2 millones de años), el fondo de una enorme cuenca endorreica, es decir, un grandísimo lago o mar interior.
Para que nos hagamos a la idea de lo anterior, tenemos que saber que la salida natural que el río Duero tiene hacia el Océano Atlántico a través de Portugal, no existía en aquella época. Si estudiamos la actual cuenca del Duero podemos comprobar que tiene forma de “enorme bañera”, cuyas paredes están formadas por: la Cordillera Cantábrica al Norte, el Sistema Ibérico al Este, el Sistema Central al Sur y el Macizo Ibérico o estribaciones de los Montes de León, al Oeste. Por tanto, podemos imaginar que su límite o “tapón” en esta última dirección se encontraba en la zona de los actuales Arribes del Duero, al oeste de la provincia de Zamora. Es fácil imaginarlo si comprobamos que, en ese punto, el perfil del río desciende bruscamente unos 400 metros en escasos 100 kilómetros (4m/km), constituyendo un auténtico desagüe natural.
En definitiva, toda el agua que descendía de las cumbres que conforman esta bañera, así como todas las precipitaciones que caían en los aproximadamente 79.000 Km2 que ocuparía en aquellos momentos, quedaba embalsada sin salida posible.
Y esto fue así durante millones de años, en los cuales se produjo una importante afluencia de sedimentos a dicha cuenca, procedentes de las montañas circundantes y que hoy tienen su reflejo en los diferentes estratos apreciables especialmente en las laderas de nuestros páramos.
El motivo de la apertura del desagüe aún no está claro. Hoy en día se barajan dos hipótesis principales que desechan la opción de una apertura provocada por movimientos sísmicos, dado que el período en que se produjo no se caracteriza por una importante actividad tectónica.
La primera opción pasa por lo que se denomina una captura fluvial desde el Atlántico, lo que significa que se habría producido una erosión ascendente en la cara oeste del tapón, provocada por las escorrentías fluviales desde esa zona hacia el Océano.
La segunda posibilidad y la que cuenta con más seguidores, es la de un rebosamiento del nivel de la cuenca provocado por un período climático especialmente húmedo, ayudado por la elevación del fondo de la cuenca debido a la acumulación de material sedimentario en la misma. Este rebosamiento habría erosionado el terreno por el que el agua descendía rápidamente, hasta dar forma al actual cauce del río.
Una vez abierto el tapón y a medida que el agua iba lentamente cortando la roca, dibujando el cauce a través de los cañones que hoy nos muestran el espectáculo incomparable de los Arribes, la cuenca iba poco a poco vaciándose, dejando al descubierto un fondo formado a base de materiales aportados por los ríos que en ella desembocaban, como si de un mar se tratara.
La acumulación de aquellos sedimentos en la parte baja de la cuenca constituyó la actual meseta castellana, en cuyo centro se encuentra la provincia de Valladolid y que, simplificando al máximo, no deja de ser un enorme montón de tierra arrastrada por las aguas, depositada en el fondo de un lago y desecada posteriormente.
Aquella aportación de materiales se refleja hoy en la estructura y composición de nuestros suelos que, si hacemos un corte vertical, nos dejan ver el paso de los milenios, de manera que su estructura es la que muestra el cuadro adjunto:

Mill. años
Era
Período
Época
Sustrato
0-hoy
 
 
 
 
0
2,5 a.C.
Cenozoica
Cuaternario
 
Terrazas
Mantos eólicos y dunas
2,5 a. C.
5,3 a. C.
Terciario
Neógeno
Plioceno
Calizas de los páramos
5,3 a. C.
 
 
 
 
23,5 a. C.
Mioceno
Superior
Arcillas verdes y yesos
Medio
Areniscas, limos y arcillas pardas
Inferior
Conglomerados, arenas y arcillas
23,5 a. C.
 
 
 
34 a. C.
Paleógeno
Oligoceno
Conglomerados y areniscas

 A medida que la lámina de agua del gran lago descendía, los ríos se iban adueñando del centro de la cuenca, cortando esa enorme masa de sedimentos como un cuchillo caliente corta la mantequilla. De esta forma fueron dibujando con sus cauces surcos en este suelo, erosionándolo con más facilidad en aquellas zonas de menor dureza, evitando las grandes masas de rocas calizas hasta dibujar el perfil típico que hoy vemos en la meseta y, especialmente, en el sur de Palencia y en la provincia de Valladolid.
Este perfil orográfico se caracteriza por extensos páramos, formando líneas paralelas, de similar altura y cuya capa superior es, normalmente, una enorme losa de piedra caliza y, entre páramo y páramo, valles surcados por arroyos, riachuelos y ríos que dibujan un perfil como el que muestra la figura:
 
Y es precisamente en esos valles donde, al resistirse a la erosión alguna roca caliza aislada, ha protegido los sedimentos más blandos que tenía debajo, haciendo que las aguas se desviasen y dejaran una isla de tierra en medio del valle.
Por eso nuestra geografía está llena de lo que se denominan cerros testigo, como son los casos del Cerro de San Cristóbal en La Cistérniga, el Cerro de San Torcaz al norte de Renedo, el famoso Cerro del Otero en Palencia o los que nos ocupan, las cotas de La Mambla y La Cuchilla.
Si nos fijamos, todos ellos tienen elementos comunes: Primero, todos tienen una altura similar y que se corresponde con la de los páramos de la zona. Esto nos da idea de que, antes de que los ríos erosionasen esos valles, todo era una masa uniforme de tierra sedimentada. Segundo, todos tienen en su parte superior una capa de roca caliza que sirve de “sombrero” a la cota, aunque en ocasiones está muy desgastada ya o se encuentra tapada por un manto de tierra arrastrada por el viento. Tercero, debajo de esa capa se encuentran los estratos definidos anteriormente de yesos, arcillas y areniscas.
Por tanto, nuestras queridas y omnipresentes Mambla y Cuchilla, fueron capaces de resistir el envite de las aguas hasta que éstas se desviaron hacia un cauce más blando, y hoy muestran en sus laderas los estratos depositados durante unos 60 millones de años.
Por último, la forma característica de estas cotas ha hecho que, a lo largo de la geografía española, hayan recibido muchas veces nombres relativos a su semejanza con los senos femeninos. De hecho, el nombre de Mambla viene del latín: Mambula, mamma, mientras que, según la tradición oral, la Cuchilla debe su nombre a su forma horizontal y alargada que, desde el pueblo de Tudela, la asemeja a ese elemento cortante.

1 comentario:

  1. Eres un empollón, cuatro ojos, no?
    Buen trabajo, me parece bien haberme criado entre los pechos de la madre naturaleza.

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